La primera vez que tuvo una cámara en sus manos era solo una niña. Sin embargo, nunca pensó en la fotografía como un medio de vida o una carrera profesional.
Ahora, en su pink house del Vedado, confiesa que su verdadera vocación es la actuación, pero que al experimentar lo difícil que era toparse con papeles que valieran la pena, encontró detrás del lente una segunda y muy válida oportunidad para poder expresarse. Así, lo que empezó como un hobby, fotografiando a sus amigas actrices en su pequeño estudio, se fue trasformando en un camino que, según contó, le salvó la vida.
May Reguera, de 27 años, ha conseguido fraguar con su look un sello de identidad que cualquier modelo envidiaría: cabello corto, poco maquillaje, pasión por las prendas vintages; una Tilda Swinton caribeña que ha sabido sacarle partido a su imagen discretamente andrógina (muchas veces rechazada por los directores cubanos de televisión) como parte esencial de su obra fotográfica.
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